Chris Bravo dice que el mejor regalo que le podían hacer cuando era pequeña era un papel y un lápiz. Su afición por las manualidades la llevó a crear un blog en el que compartir sus creaciones y en poco tiempo observó que cada vez que mencionaba la tienda en la que se podían comprar los materiales, especialmente un celo japonés denominado washi tape, se agotaban las existencias. Así que decidió probar a vender ella misma online todo lo necesario para sus propuestas artísticas.
Arrancó con una tienda online y convirtió Instagram en su principal vía de contacto con sus clientes. Cuando estalló la crisis del coronavirus, descubrió que, gracias a las redes, podía estar más unida que nunca a sus seguidores y juntos crearon una comunidad en la que compartir no sólo recursos artísticos sino también sensaciones, miedos… «Se generó un vínculo entre nosotros increíble», cuenta, que sigue vivo a día de hoy y que ha hecho que su negocio, Little Hannah, se convierta en todo un éxito.